Vinculación con La Legión

La puesta en escena por las calles malagueñas tiene un sabor especial con el acompañamiento de La Legión, cuerpo castrense del ejército español que no falta a su cita ineludible con su Cristo. Es una mezcla que se ha convertido en algo consustancial. Nadie entiende el Cristo de la Buena Muerte sin La Legión, y los legionarios sin la presencia de su sagrado protector en la noche del Jueves Santo mientras entonan con devoción ‘El Novio de la Muerte’.

Desde 1928, La Legión es una pieza clave más de la Congregación. Con motivo de una visita de los mandos del recién creado Tercio de Extranjeros procedentes de la guerra de África, existe un acercamiento de aquellos militares con los directivos de Mena, provocando una petición para que el Cristo de la Buena Muerte fuese protector de La Legión. Esta solicitud fue muy bien recibida en el seno de la cofradía y su junta de gobierno, y las tropas militares comienzan su participación en la procesión.

Pero una de las singularidades de esta vinculación se da en 1931 con la puesta en marcha de la primera guardia legionaria ante la imagen del crucificado en la capilla de Santo Domingo. “Con ello se continuaba la tradición de la exposición solemne del Cristo de Mena para que pudiera contemplarse y venerarlo el pueblo de Málaga, pero, en este año, por tantas cosas a la vez sublime y trágico, los congregantes que los custodiaban en otras ocasiones anteriores, serían sustituidos por los marciales y bizarros caballeros legionarios”, asevera el congregante e historiador Elías de Mateo en un artículo sobre la vinculación castrense del Cristo. Cada Semana Santa varias escuadras se turnan continuamente para velar por la buena muerte de Jesucristo montando guardia de Domingo de Ramos a Miércoles Santo, a la que asisten miles de malagueños y visitantes que no quieren perderse esta guardia legionaria.

La popularidad de La Legión en Málaga es inconmensurable, y por ende, la cofradía se ha visto influenciada en cierta forma, hasta tal punto, que muchos malagueños llaman al titular ‘El Cristo de los legionarios’. Cosa que no tiene que preocupar en absoluto a la Congregación, puesto que en cada acuartelamiento legionario existe una réplica de la imagen, la cuál preside todos los actos que se celebran en estos emplazamientos, entronizando a su protector. Y eso, como dice un congregante, el incombustible Ramón Gómez Ravassa, es crear devoción.
Uno de los momentos en los que se manifiesta esta devoción militar es cuando se realiza el traslado y posterior entronización del Cristo en la mañana del Jueves Santo con un acto en la explanada de Fray Alonso de Santo Tomás, en el que el Cristo sale a hombros de los caballeros legionarios.
La mayoría de los periódicos destacan cada año en sus portadas del Viernes Santo a la Congregación. Algo que no es una casualidad, puesto que miles de personas se congregan en el puerto para ver la llegada de las tropas o el traslado del crucificado.
Por la noche, durante la procesión, La Legión desfila marcialmente detrás del trono, sin perder de vista a su protector, entonando continuamente el ‘Novio de la Muerte’ entre el calor y los vítores de los malagueños.
Y esa devoción, que se hace extensiva a todos los ciudadanos, se demuestra en múltiples ocasiones de legionarios, foráneos… que se acercan durante el año a la capilla de Mena a título particular para depositar flores a los pies del Cristo de Palma.

Hay que recordar otro de los gestos de esta unidad militar con su Cristo en el mes de octubre de 1993 con el desembarco de la Agrupación Táctica Canarias en el puerto de Málaga procedente de Bosnia-Herzegovina tras llevar a cabo labores humanitarias. La recepción, que estuvo presidida por Su Majestad El Rey Juan Carlos I, se desarrolló ante la presencia de la imagen del Cristo de la Buena Muerte que fue trasladado a la zona portuaria, por expreso deseo del coronel de la Agrupación, y al cuál le rindieron honores los integrantes del contingente español, en su mayoría caballeros legionarios.

En el año 2000 el entonces arzobispo castrense de España, monseñor José Manuel Estepa Llaurens, aprobó el decreto de nombramiento de protector oficial de La Legión española al Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas, siendo general jefe de Brigada de La Legión ‘Rey Alfonso XIII’, Enrique Gomáriz de Roble. De esta manera, se unían los lazos de la vinculación de manera oficial definitivamente.