Como todos los lectores y usuarios de esta web saben, este terrible año de 2020, que ha asolado al mundo con la pandemia del COVID-19, celebramos el primer Centenario de la fundación de La Legión. No hemos sido afortunados con el año de la celebración, pero la historia es inalterable y hay que asumirla como viene, y el hecho de no haber podido celebrar este importante hito como se merecía y todos hubiésemos querido, no impide cumplir los 100 años de historia a esta gloriosa unidad.

Por Real Decreto de 28 de enero de 1920, Su Majestad el Rey Alfonso XIII tuvo a bien disponer lo siguiente: «Con la denominación de Tercio de Extranjeros, se creará una unidad militar armada, cuyos efectivos, haberes y reglamento por que ha de regirse serán fijados por el Ministro de la Guerra».

A pesar de que la fecha del Real Decreto fundacional de aquel llamado ‘Tercio de Extranjeros’ y hoy conocida como ‘La Legión’ es de enero, realmente es el 20 de septiembre de ese mismo año de 1920 la que se considera su verdadera fecha de creación, ya que fue ese preciso día cuando se alistó el primer legionario. Y esa es la fecha en la que actualmente, por expreso deseo de su fundador, el entonces teniente coronel José Millán Astray, se celebra su aniversario en todas las unidades de La Legión, dando el máximo valor al verdadero protagonista de esta historia, el legionario, que es y será siempre el mayor potencial que La Legión posee.

Apenas unos meses después de su creación, La Legión entra en combate en las proximidades de Ceuta, sufriendo su primera baja en enero de 1921 en la persona del cabo Baltasar Queija Vega, que al parecer era poeta y al que la leyenda le atribuye ser la inspiración del himno ‘El novio de la muerte’. En julio de ese mismo año, como consecuencia del desastre de Annual y del derrumbamiento de la Comandancia General de Melilla, La Legión acude al socorro de dicha ciudad y comienza lo que sería el primer gran capítulo de su historia durante la Guerra de Marruecos desde su fundación hasta 1927.

En estos siete años, La Legión no había dejado de combatir y había participado en 900 acciones de combate y ganado 2 medallas militares colectivas, pero lo más importante es que, con su brillante comportamiento, se ganó la fama como excelente unidad de combate, que conserva hasta hoy en día. Fue propuesta para la concesión de la Laureada colectiva, la más alta condecoración de nuestro Ejército y aunque el resultado fue positivo, las circunstancias de la guerra civil y la burocracia no permitieron que se le llegase a otorgar, quedando olvidada hasta hace unos años en que se ha renovado la petición y está a la espera de la decisión política, que nunca llega.

Como consecuencia de la participación de La Legión en numerosas acciones de combate en la zona de Melilla, Málaga se convirtió en puerto y ciudad de paso para muchos legionarios que se incorporaban o regresaban de la guerra, pero otros muchos fueron trasladados para ingresar en los hospitales que, en esa ciudad, atendían a nuestros heridos de combate. Desde entonces Málaga y La Legión han tenido una permanente y estrecha relación.

Este paso de los legionarios por Málaga trajo consigo, hace ya casi un centenar de años, el encuentro entre la congregación de Mena y La Legión y así lo cuenta nuestra historia común: el Jueves Santo de 1925, el presidente del Consejo de Ministros, Miguel Primo de Rivera y el jefe de La Legión, coronel Franco, son invitados por el hermano mayor, Félix Sáenz, a procesionar acompañando al Cristo de Mena por las calles de Málaga. Esta visita fue el primer paso para la instauración del vínculo entre la cofradía de Mena y La Legión, puesto que, en el año 1928, tras una visita de jefes de La Legión a Málaga, se declaró al Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas de manera oficiosa, como su Protector. El 17 de abril de 1930 a las 17.30 horas de la tarde, procedente de Ceuta desembarcó la primera unidad legionaria en el puerto de Málaga, desfilando por la calle Larios hasta su alojamiento en el cuartel de Capuchinos, recibiendo por primera vez los aplausos y el cariño de los malagueños. Ese mismo día, los legionarios escoltaron también por vez primera a su Protector durante la procesión de Jueves Santo y un año después, en 1931, se realizaría la primera guardia y escolta en la procesión del Jueves Santo. Este fue el inicio de esta inseparable hermandad con el Protector oficial de La Legión, nuestro Cristo de la Buena Muerte y con la cofradía de Mena que lo custodia.

Durante la terrible guerra civil, La Legión participó en el llamado ‘Bando Nacional’ llegando a alcanzar el número de dieciocho Banderas de Infantería y una Bandera de carros de combate. La fama obtenida en la guerra de Marruecos hizo que todos los generales quisiesen tener unidades de La Legión en sus columnas, por lo que participaron en todos los frentes de la guerra, tomando parte en innumerables acciones, muchas de ellas decisivas para el devenir de la guerra.

Tras varios años de intermitentes colaboraciones, en el año 1943 se reanudó la participación continuada hasta nuestros días de La Legión en los actos organizados por la congregación: la guardia legionaria a su Protector, ya ante la nueva imagen tallada por el escultor malagueño Francisco Palma y la participación en el desfile procesional. Desde aquel momento, la llegada de las fuerzas de La Legión al puerto de Málaga cada Jueves Santo, se ha convertido en una auténtica tradición y espectáculo castrense que nadie se quiere perder en la ciudad y que sirven de antesala al desfile procesional de esa misma noche.

En 1956, con la independencia de Marruecos, los cuatro tercios se encontraban acuartelados en territorio marroquí, por lo que el primero y segundo tercio se empiezan a replegar sobre Melilla y Ceuta, respectivamente. En julio del mismo año, La Legión comienza otro de los grandes capítulos de su historia, la etapa sahariana que abarcará hasta la entrega del territorio a Marruecos en 1976. Allí se crea una nueva Bandera, la XIII y poco después son también trasladados al Sahara los tercios tercero y cuarto, denominándoseles Tercios Saharianos y ubicándolos en El Aaiún y Villa Cisneros, respectivamente. Durante estos años La Legión participó en muchas acciones de combate, destacando la más cruenta de todas, la de Edchera el 14 de enero de 1958, que se escribiría con letras de oro en la historia de La Legión por el arrojo y la valentía demostrados y que dieron lugar a la concesión de las dos últimas Cruces Laureadas de San Fernando al brigada Fadrique Castromonte y al caballero legionario Maderal Oleaga, ambos muertos en combate mientras protegían la retirada del resto de su unidad.

Desde que La Legión se asentara en la provincia malagueña a principios de los años ochenta, con su Cuartel General en el desaparecido Campamento Benítez y el cuarto tercio creándose en Montequejaque (Ronda) tras su disolución en el Sahara, ha estado siempre muy vinculada y comprometida con la ciudad y la provincia entera, realizando colaboraciones conjuntas en muchas ocasiones de su historia reciente, y no solo en procesiones o actos religiosos en decenas de pueblo de la provincia, donde se les quiere y admira, sino en situaciones muy difíciles a las que acudió sin dudarlo tras recibir la llamada de «a mí La Legión» que les lanzó Málaga, con motivo de varias inundaciones, especialmente la que provocó el desbordamiento del río Guadalhorce en el año 1989, incontables donaciones de sangre y la más reciente en la lucha contra el COVID-19 desplegándose por toda la provincia. Esta relación ha creado un lazo indisoluble que perdurará en el tiempo y que se ha visto reflejada recientemente con la concesión de la Medalla de la Ciudad y el nombramiento de Hijo Predilecto de Málaga en agradecimiento a los servicios prestados a España y su «estrecha» vinculación con la capital malagueña. Dicha solicitud vino precisamente a propuesta del hermano mayor de la Congregación de Mena, Antonio de la Morena.

En 1992, como consecuencia de la desgraciada guerra de los Balcanes y como en 1920, La Legión solicitó estar en primera línea, en esta ocasión para tomar parte en un nuevo tipo de operaciones que, aunque genéricamente conocidas como de paz, no están exentas de riesgos, penalidades y ocasiones de combate. Se iniciaba así una nueva etapa de su historia, la época que podríamos llamar moderna o actual. Su excelente comportamiento en la misión de Bosnia en 1992/93, con las Agrupaciones Tácticas ‘Málaga’ y ‘Canarias’ bajo la Bandera de las Naciones Unidas, sirvió para demostrar todo lo contrario, su adaptabilidad a la situación, su preparación, su modernidad, su empatía y su plena disponibilidad y sirvió, superada con sobresaliente la prueba a la que había sido sometida, para impulsarla y crear pocos años después, en 1995, la Brigada de La Legión ‘Rey Alfonso XIII’, con la que se adquiere para La Legión un conjunto de capacidades que no disponía, lo que supone que actualmente cuenta con unidades de todas las Armas.

La Legión, en los últimos 28 años, ha participado con más de una treintena de contingentes en 9 escenarios diferentes de operaciones de mantenimiento de la paz, pero no podemos olvidar que la verdadera razón de ser de La Legión, y de nuestras Fuerzas Armadas, es la preparación para el combate.

En el año 2000 el entonces arzobispo castrense de España, monseñor José Manuel Estepa, aprobó el decreto de nombramiento de Protector oficial de La Legión española al Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas, que ya lo era de hecho de los legionarios desde el lejano 1928.

El gran éxito de La Legión a lo largo de su historia es su credo legionario y la aplicación del mismo en el día a día, dentro y fuera de sus acuartelamientos. El credo legionario es la base de los valores morales y virtudes militares de La Legión, médula y nervio, alma y rito de ella. En él se rinde culto al honor, al valor, a la disciplina, al compañerismo y al amor a la bandera, el cumplimiento de sus espíritus, refleja la firme voluntad de servicio a España de las damas y caballeros legionarios.

El empuje, el arrojo y la permanente voluntad de vencer de sus legionarios, la llevaron a ganar 7 laureadas colectivas y 23 individuales, 22 medallas militares colectivas y 211 individuales y 22.561 cruces al Mérito Militar con distintivo rojo.

Su sacrificio no fue en balde, pero el tributo fue muy alto y comenzó con la muerte del cabo Baltasar Queija Vega en 1921 y termina con los 9 caídos en las actuales misiones de paz, encabezados por el teniente Arturo Muñoz Castellanos y a los que acompañan ya, junto a nuestro Cristo de la Buena Muerte, los 9.722 muertos, 35.200 heridos y 1.000 desaparecidos, que hacen un total de 46.000 bajas de combate, siendo ellos nuestro ejemplo y creando la leyenda y el mito que hoy La Legión representa y aquellos otros miles de legionarios más, que a lo largo de estos 100 años de vida, han pasado a formar parte de lo que llamamos familiarmente el ‘Quinto Tercio’ y velan por nosotros desde el cielo, junto a nuestro Protector.

Nuestro recuerdo y agradecimiento a los protagonistas; miles de legionarios, españoles y extranjeros que, cumpliendo con las órdenes recibidas, aplicando nuestro credo legionario y bajo la protección de nuestro Cristo de la Buena Muerte, han dado a La Legión fama, honor y gloria, entregando su vida por la patria en los distintos escenarios en los que ha participado La Legión.

Este año de 2020, orgullosos de nuestro pasado y mirando con ilusión al futuro, se cumplen cien años desde que las unidades legionarias fueron creadas. Cien años de orgullo, honor y grandeza, cien años de permanente disponibilidad para lo que se nos demande, cien años de servicio a España y como dice nuestro lema para el Centenario: ‘CIEN AÑOS DE VALOR, EL VALOR DE CIEN AÑOS’.

No ha transcurrido este año como esperábamos, como dije al inicio de este artículo y echaremos de menos muchas actividades que estaban previstas desde hace mucho tiempo y nos hemos tenido que conformar, en la mayoría de los casos, con celebrarlo íntimamente con el recuerdo a los que ya no están entre nosotros y a toda esta gran familia legionaria a la que todos pertenecemos, legionarios y congregantes de Mena. No pudimos estar en los actos castrenses de Melilla, Ceuta, Viator, Ronda o Alicante, no pudimos desembarcar en el puerto de Málaga el Jueves Santo por primera vez desde hace muchísimos años, ni hacer la guardia a nuestro Protector, pero desde Bosnia, Mali o Irak, donde este año del Centenario ha habido legionarios desplegados, desde nuestras casas de acogida para veteranos legionarios de la Fundación Tercio de Extranjeros o desde cualquier punto de España donde se encuentra un legionario, hemos sentido que no estábamos solos y nuestro Cristo de la Buena Muerte, acompañado por su madre Nuestra Señora de la Soledad nos acompañaban, como siempre, de forma permanente.

El general de Brigada Juan Jesús Martín Cabrero es subdirector de Estudios Históricos del Instituto de Historia y Cultura Militar, fue general jefe de la Brigada de La Legión durante algo más de cuatro años y es consejero de la Congregación de Mena.