Debido a la situación tan delicada y peligrosa en que nos está dejando ese adversario biológico, el COVID-19, que atenaza a todos los españoles, y que nos está castigando con gran cantidad de fallecimientos de familiares, amigos y compañeros. Ese enemigo invisible y devastador es el culpable de que el pasado año de 2020 no hayamos podido contemplar en directo la llegada de las unidades de La Legión al Puerto de Málaga, el relevo del estandarte de la Congregación de Mena, la entronización del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas, y la posterior procesión por las calles de esa entrañable capital que es Málaga.

Pero los legionarios, sea cual sea su divisa, fieles a los espíritus de su credo, hemos seguido por televisión estos importantes actos y hemos acompañado a nuestro Cristo cantando nuestros himnos, que es la forma como sabemos de hacer los rezos. Como todos los Jueves Santos este veterano legionario, y lo es, asistió al 43 aniversario de la fundación formando como teniente en la VII compañía de la II Bandera, este año celebramos el Centenario y lo haré formando como general retirado. ¡Han pasado 57 años y creo que se puede calificar como tal veterano!

¿Cómo se desarrollaron los actos en el año 1974? Me habían designado como capitán de la  escolta del Cristo aquel año y esto es historia pero como tal, acontece por primera vez el portar a hombros de los legionarios, a su Protector en la procesión. Son las escuadras de gastadores que habían sido designadas de los Tercios para hacer la guardia de honor ante nuestro Cristo, y otros, que fueron el general, los coroneles jefes de los cuatro Tercios y los oficiales y suboficiales comisionados, los encargados de ejecutar esta misión. ¿Cuál es la razón de esta situación? Estimo importante relatar algunos antecedentes, para pasar posteriormente a los hechos.

El Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas fue procesionado a hombros por los caballeros legionarios y oficiales el Jueves Santo de 1974.

En aquella época los actos se desarrollaban el día de Jueves Santo de la siguiente forma: Llegada de la unidad al Puerto de Málaga, como ahora en buque de guerra y cantando los himnos; revista a la formación por la autoridad que preside el recibimiento; desfile a continuación, pasando la formación por la calle Larios y en dirección al acuartelamiento de alojamiento; por la tarde era la procesión y al final, entrada de las imágenes en el templo. Lo del relevo del pendón y entronización del Santísimo Cristo se iniciarían años más tarde.

El Domingo de Resurrección la compañía asistía dentro del templo a la misa y posteriormente desfilaba hacia su acuartelamiento. Así se terminaban los actos para regresar al día siguiente a Melilla en el vapor correo ordinario.

Estos datos reales tienen varias secuencias que son los hechos de “llevar a hombros de los caballeros legionarios el Santísimo Cristo”. La tarde de ese Jueves Santo me llama el coronel jefe del Tercio ‘Gran Capitán’, I de La Legión, José Lamas Montes, mi jefe, y me comunica que el trono se ha estropeado y que no han podido entronizar a nuestro Cristo, que no es posible sacarlo en procesión y me sugiere, como única solución, que lo porten todas las escuadras de gastadores de la guardia de honor durante todo el recorrido de la procesión por las calles de Málaga, y que para apoyo y descanso de esos gastadores, todos los mandos, desde el general hasta el último suboficial, también participarían en el transporte.

La orden dada fue cumplimentada como manda la disciplina y nuestro credo legionario. Fueron muchas horas, pero para eso están los espíritus que forjó y nos legó el teniente coronel fundador José Millán-Astray y Terreros. Estábamos llegando, muy entrada la noche, a nuestro punto de partida, la iglesia de Santo Domingo, para devolver las imágenes al templo, y esto lo escribo y recuerdo como anécdota, cuando se me acercó el cofrade que había sido mi enlace durante todo el recorrido, Ramón Gómez Ravassa, y me dijo que le daba mucha pena que la Virgen, Nuestra Señora de la Soledad, entrara solita, después de la marcha de los legionarios al despedir al Santísimo Cristo con arma presentada e himno nacional. La respuesta de este capitán fue rápida, al decirle que no se preocupara, que los legionarios se quedaban e iban a despedir a nuestra madre con el cariño y los honores que ella se merecía. Por supuesto seguimos presentando armas y tocando el himno nacional hasta la entrada de las dos imágenes en el templo. 

En aquella Semana Santa hay otro hito que me gustaría dar a conocer y que hoy perdura. Hasta ese año de 1974 la compañía que había dado los honores y escolta al Cristo desde el principio al fin del recorrido iba en columna de a tres, se puede verificar en las hemerotecas, con lo cual a los últimos hombres de la compañía les costaba esfuerzos oír los sones de la banda de guerra y la música para entonar perfectamente ‘El Novio de la Muerte’. Había que conseguir que se oyera fuerte y claro, sobre todo en la calle Larios. 

La música de La Legión estaba en Ceuta y se unía a la compañía en el Puerto de Málaga, por lo tanto, no eran posibles los entrenamientos e instrucción conjuntos. Solución, ya saben lo que dicen de las acciones de los legionarios: “Los imposibles los hacemos al momento, con los milagros tardamos un poco más” . El capitán director de la música me mandó una grabación y lo ensayamos casi correcto, así como también la entrada en línea de a nueve en la rotonda del Marqués de Larios al toque de cornetín y la salida en columna de a tres, después de pasar la tribuna de la plaza de la Constitución y entrada en la calle Granada también a toque de cornetín. Creo que esos movimientos, según los expertos, resultó el diez de nota y fue la primera vez que se hizo en una Semana Santa malagueña por la escolta de una compañía de legionarios al Cristo de la Buena Muerte.

Al escribir estas líneas, me viene a la memoria otro Jueves Santo, el de la Semana Santa de 1993. También participé en la procesión, pero esta vez como coronel jefe del Tercio ‘D. Juan de Austria’, III de La Legión, y durante su recorrido, rogué a nuestro Cristo que pusiera bajo su amparo a todos los legionarios, hombres y mujeres, que bajo mi mando iban a participar en misión de Ayuda Humanitaria en Bosnia-Herzegovina formando parte de la Agrupación Táctica ‘Canarias’.

A nuestro regreso el 1 de octubre de aquel año, allí en el Puerto de Málaga, estaba esperando nuestro Cristo de la Buena Muerte. Formada toda la Agrupación, y guardando nuestras espaldas la borda de babor del Transporte de Ataque ‘Castilla’, que nos había traído desde Split en Croacia, se rindieron honores a nuestros muertos ante la cruz del Señor y se desfiló delante de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I, autoridad que había presidido el acto. Considero este episodio del tipo de extraordinario, por el hecho que supuso que el Cristo de la Buena Muerte saliera de su capilla, por primera vez no siendo Semana Santa.

El general de Brigada de Infantería Ángel Morales Díaz-Otero fue capitán de la compañía de honores de La Legión en el año 1974.