Colaboraciones: Desde la frontera

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En agradecimiento al ex legionario José González por la donación de dos coronas de espinas para el museo de la congregación durante la pasada Semana Santa

PEDRO M. LEIVA

Desde la frontera con Portugal, allá en la zona donde el río Guadiana cose España con Portugal, hermana Andalucía con el Algarve, Ayamonte se hace San Antonio de Vila Real y San Antonio Ayamonte, una persona sencilla, humilde y de pocas palabras pero que habla con sus gestos, hombre de cuatro amores, su familia, Ayamonte, Padre Jesús de la Villa y un amor de fuera, lejano en la distancia pero cercano en su corazón desde su juventud, en la que sirvió a su país como caballero legionario ‘Su Cristo de la Buena Muerte de Mena’, está su devoción ante nuestro Señor, que no solo la hizo suya sino que supo hacerle llegar a su esposa y compañera en la vida, Marisol, este sentimiento que cada Jueves Santo le hacía salir de madrugada desde Ayamonte y trasladarse hasta Málaga para verlo a hombros de sus hermanos y compañeros, que en un día para él ya empieza a ser lejano, se hicieron ‘Novios de la Muerte’ y se comprometieron de por vida con un código de honor, que él, como buen legionario, aún no estando activo, cumple a rajatabla en su vida diaria.

Pepe, como no podía ser de otra forma, sin dar un ruido, sin pedir favores, guarda sitio con Marisol durante horas para verlo y una vez entronizado se vuelve a su Ayamonte natal para cumplir con su otro amor, Nuestro Padre Jesús de la Villa, en la madrugada del Viernes Santo, donde se convierte Ayamonte en Jerusalén, donde Cristo, en cada uno de sus calles y recodos, es acompañado por su pueblo en un intento de ayudar a este hombre, Hijo de Dios en su pasión, porque en Málaga ya expiró.

Para José, como para todos nosotros, el tiempo no pasa en balde, y él es consciente de que un día más lejano o cercano no podrá venir a cumplir con su amor malagueño, pero no se resigna a no estar junto a él en las mañanas del Jueves Santo, y para ello, le ofrece uno de sus bienes más preciados: su corona de espinas, símbolo de portador de Nuestro Padre Jesús, herencia que va de padres a hijos, pero él desde su sencillez se la ofrece a nuestro Señor perchelero, y de esta forma y sin que él lo perciba, ha conseguido que por un momento Málaga sea Ayamonte y El Perchel la Villa, Mena Padre Jesús y Padre Jesús tenga una Buena Muerte.

Desde este momento para mi tú ya no eres Pepe ni José, eres don José con letras mayúsculas y desde tu sencillez, embajador de Ayamonte.

A José González González.